¿Qué nos vino a enseñar el coronavirus?

Una reflexión sobre nuestra manera de vivir en este planeta; la interrelación entre salud, ambiente, política y sociedad. 

Como bien explican científicos y especialistas, este virus que ha puesto nuestras vidas en pausa no es desconocido. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de las infecciones (pero no limitado a ellas), aprendemos de los hechos del pasado (y en esta situación de lo que ya ocurrió en otros países). Y “aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” decía Napoleón Bonaparte. 

¿Por qué apareció el coronavirus?

Las características del virus COVID-19 y su interacción con los humanos todavía se está estudiando. Lo que sí se sabe es que los virus van mutando, adaptándose al huésped y al ambiente que le permite sobrevivir. Los virus nos necesitan para existir.

Pero un aspecto interesante de observar es el rol que cumple nuestra manera de vivir y la influencia humana sobre la naturaleza que favorecen la aparición y la propagación de estos virus. La sobrepoblación mundial, la pobreza de ciertos países y sectores de la sociedad, la “imperiosa necesidad” de desplazarnos por el mundo, la explotación de recursos y la modificación del hábitat natural de nuestro planeta. 

Para el virus no existen fronteras, ni clases sociales, ni razas, ni religiones sino oportunidades. Sin embargo, no todos tenemos las mismas herramientas para luchar contra él, ya sea por nuestro estado de salud o por las condiciones socioeconómicas que nos posibilitan el distanciamiento social o el acceso a los servicios básicos de higiene y de salud.

El mundo después del coronavirus

En los pocos meses que el mundo lleva luchando contra este enemigo invisible ya se vieron grandes cambios que de otra manera se pensaban imposibles. Uno de los efectos más interesantes es la disminución de la contaminación del aire en las principales capitales del mundo, incluida la Ciudad de Buenos Aires. La significativa disminución del tráfico vehicular repercute clara y positivamente en el ambiente y en el aire que respiramos.

Si bien es válido el argumento de los ambientalistas que dicen que no podemos “agradecer” a una pandemia ni a la muerte de millones de personas por la disminución de la contaminación ambiental, claramente nos deja mucho en que pensar. ¿Qué conclusiones podemos sacar sobre la manera en la que vivíamos y su impacto en el ambiente? ¿Vamos a volver a contaminar el aire que nosotros mismos respiramos cuando la pandemia esté controlada y podamos volver a nuestra “vida normal”? ¿Quién se beneficia de que el aire esté más limpio?

El ciclo vicioso entre salud y ambiente

Esto me lleva a mi próximo punto. La contaminación del aire es responsable de miles (sino millones) de muertes al año debido principalmente a enfermedades respiratorias y cardiacas. Y, ¿quiénes son los más vulnerables a la infección por COVID-19? Exacto, las personas con enfermedades crónicas de base respiratorias, cardiacas y metabólicas, entre otras. Cerrando el círculo, la pandemia por COVID-19 obligó a las autoridades de muchos países a implementar medidas que restringieron el tránsito vehicular y aéreo, lo cual mejora la calidad del aire, reduce las enfermedades crónicas asociadas y por lo tanto la población en riesgo. 

Todo muy lógico, ¿no? Pero de nuevo, ¿qué vamos a hacer cuando la pandemia esté controlada? ¿Vamos a volver a como estabamos antes? ¿Vamos a esperar a la próxima pandemia para realmente hacer un cambio? Pecando de sonar como un disco rayado, no puedo dejar de hacerme estas preguntas.

¿Vamos a volver a como estábamos y esperar que dentro de 1 año la ciencia vuelva a mostrar evidencias de los efectos de la contaminación ambiental (o más bien su reducción) sobre la salud? ¿Y para qué, para una vez mas desestimar las voces de los científicos?

La crisis climática es también una crisis de salud. Son los 2 lados de una misma moneda.

¿Prevenir es mejor que curar?

Para el COVID-19 aún no hay vacuna y la única vacuna conocida hasta el momento es la prevención. Lo que es interesante es que muchas enfermedades por las cuales mueren miles y millones de personas al año también son fácilmente prevenibles: las enfermedades respiratorias y cardiacas por la disminución de la contaminación ambiental, las enfermedades metabólicas y la diabetes a través de la alimentación y la actividad física, condiciones como la ansiedad o la depresión pueden prevenirse con herramientas de yoga, meditación y respiración, por nombrar algunos ejemplos. Pero claro, hay que hacer mucho sacrificio. ¿Es mayor ese sacrificio que quedarnos unas semanas en casa? ¿Es menos preocupante un ataque al corazón o la diabetes que la infección por coronavirus? ¿O vamos a seguir destruyendo nuestra salud y el ambiente porque total después alguien nos va a “curar”?

Así como estamos aprendiendo del pasado para prevenir en el futuro, también tenemos la información al alcance de nuestras manos para crear un futuro saludable y sustentable. La guerra contra el virus la vamos a ganar, pero no la vamos a ganar nosotros sino nuestro sistema inmune, si lo dejamos hacer su trabajo. 

¿Qué podemos aprender de esto?

Más allá de la situación difícil que todos estamos viviendo, este pequeño invisible llamado COVID-19 nos vino a enseñar algo. 

Por un lado nos está enseñando a valorar lo importante en nuestras vidas, aquellas cosas de las cuales podemos prescindir (compras innecesarias, viajes, eventos masivos, etc.) y aquellas que en la vorágine del día a día dejamos de valorar cómo pasar tiempo con nuestros afectos, dedicarnos tiempo para nosotros (leer, cocinar, jugar, crear) o simplemente tomarnos un tiempo para reflexionar. 

Una de las consecuencias más hermosas que está teniendo esta situación desafiante es el resurgimiento de valores colectivos que parecían perdidos. La solidaridad de la gente con aquellos en situación de riesgo, el cuidado de nuestros mayores, el manejo firme pero empático de los gobiernos (bueno, al menos en Argentina) nos reconfortan y nos muestran que hay una luz al final del túnel. Pero ¿podemos reactivar la economía sin dañar nuestra salud ni la del planeta? ¿Podemos priorizar a los sectores vulnerables como la salud, la educación y la ciencia sin tener que pasar por una pandemia? La salud y el bienestar de la población son (o deberían ser) la base de la economía.

El coronavirus nos está poniendo a prueba como ciudadanos de este planeta. El mundo tal cual lo conocemos va a dejar de existir cuando logremos superar esta pandemia, pero depende de nosotros qué mundo queremos construir a partir de ahora. ¿Podemos tomarnos este tiempo para reflexionar sobre cómo queremos vivir de ahora en más? Como sociedad necesitamos volver a valorar lo importante y cuidarlo, tanto nuestra salud física y mental como nuestra casa, nuestro planeta.

Columna de opinión publicada en tn.com.ar

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