Nunca pensé que Praga me sorprendería tanto. Esta es la historia de cómo me enamoré… de Praga.
Llegué del frío invierno en Argentina al cálido y soleado verano europeo. Durante mi primer semana, Locus Coworking me recibió con los brazos abiertos. Aproveché la coworking visa, que es un acuerdo entre espacios de coworking de todo el mundo. La gente de Locus fue muy amable y servicial, haciendo mi estancia cómoda y dándome consejos sobre dónde ir a almorzar o comprar cosas por la zona.
La semana siguiente fui a visitar otro espacio de coworking, K10. Hasta ahora, este fue el lugar de trabajo más increíble que he utilizado. Además de tener un asombroso edificio neo-barroco de principios del siglo 20, tiene un hermoso jardín desde donde se puede trabajar durante el verano. Podes tener tu escritorio debajo de un árbol con buen wifi e incluso enchufes por todo el parque. La gente viene de diferentes países para disfrutar sus horas de trabajo en este lugar.
Otras veces simplemente disfrute trabajando desde casa. Me organicé un escritorio donde puedo pasar horas trabajando en mis proyectos de edición científica. Incluso reordene los muebles para poder disfrutar de la vista de Praga sin moverme de casa.
Cuando comencé a conectarme con otros nómades digitales, me sugirieron muchos otros lugares de trabajo. Así fue como conocí Cafedu. Esta es una cafetería ubicada en el centro de Praga donde estudiantes y nómades digitales pasan sus días (y noches) trabajando, estudiando, leyendo o simplemente tomando un rico cafe. El lugar está abierto las 24 horas, los 7 días de la semana. Durante el día, se puede disfrutar de deliciosas bebidas y comidas. Tiene un ambiente especial que inspira e invita a uno a concentrarse en su trabajo.
Si bien encontrar un lugar cómodo para trabajar y con buen wifi no siempre fue tan fácil como esperaba, me encontré siendo mucho más productiva que muchas otras veces en Buenos Aires. La mayor parte del tiempo, trabajaba menos horas pero producía más contenido. Esto me permitió no solo cumplir con mis tareas sino también agregar valor a mi empresa. Conocer gente y tener un ambiente de trabajo relajado me abrió la mente. Pude dar lo mejor de mí en ese momento; sin embargo, sigo creyendo que se puede mejorar.
Igualmente, no todo fue trabajo en Praga. En mi tiempo libre, disfruté de conocer gente y practicar Acroyoga en Vysehrad, un increíble parque con vistas a todo Praga. Y como suelo decir: Cuando uno esta conectado con su ser interior, suceden cosas asombrosas.
También participé en algunas actividades organizadas por Internations. Para aquellos que no conocen la organización, conecta gente de todo el mundo que vive en la misma ciudad y posibilita conocer gente muy interesante y de mente abierta. En Praga, fui a un evento de networking en el Hilton y a un picnic saludable organizados por Internations donde conocí a personas muy diferentes e interesantes.
En mi tiempo libre, salí con amigos, recorrí la ciudad, tomé clases de yoga, probé comidas tradicionales checas (incluso intenté cocinar algunos de estos platos), tomé mucha cerveza checa, conocí la ciudad y a su gente, vi puestas de sol y lunas llenas, el arte y la arquitectura (y algunos lugares secretos) de Praga, e incluso aprendí algunas palabras en checo. Disfruté ver cómo vive la gente por aquí. Conocí gente de diferentes lugares y aprendí de su cultura. Me sorprendió darme cuenta de cómo la gente local disfruta de sus vidas aquí, paseando con sus hijos y amigos en los parque y llevando un estilo de vida relajado.
Y finalmente, me enamoré… de Praga.